Parece casi absurdo querer reducir, tan solo en 15 copas (aunque no son pocas), la inmensa diversidad de los matices del vino Argentino.
El punto central de este encuentro entre vos y quien escribe, no será el vino en sí mismo sino una de sus tantas maravillosas creaciones: el enoturismo. También conocido como turismo del vino o turismo enológico, no es más ni menos que aquel mundo que intenta mostrar la idiosincrasia que el vino genera a su alrededor.
Entre los distintos actores que podemos mencionar en los créditos, hallamos a la geografía, el paisaje, el entorno, el hombre, la cultura, la historia… Quizás el término que más se acerque a este concepto sea el de terruño.
Por momentos, esta parecería ser una relación de causa y efecto, vino y enoturismo. Uno ineludiblemente como consecuencia del otro. Pero para dejar de lado los grises y volcarnos hacia los tintes violáceos y rojizos, aclaremos para que no oscurezca (a no ser que prefiera los tintos jóvenes), el enoturismo es ese hermano menor que el vino vio nacer y miró con recelo cuando llegó pero, con el paso del tiempo, reconoció que la fraternidad los uniría de por vida.
Quizás aquí, en este escenario dinámico, el desafío más importante lo asumiría uno de los actores protagonistas en esta historia: las bodegas. Y siguiendo con la analogía, como en el caso de los hijos buscados y de los sorpresivos o inesperados, las bodegas tuvieron ese comportamiento para con el enoturismo, algunas lo vieron venir como buenas visionarias, preparando el terreno, y otras, se hallaron sin previo aviso frente al desafío.
Ahora bien, lejos de querer aburrirte con analogías y tecnicismos, te invito a recorrer el mapa del vino argentino en 15 copas y de paso te cuento por qué, a mi humilde entender, Argentina está completamente ciega, frente a un producto turístico único.
Sin intenciones de redundar, vos y yo, sabemos de la riqueza en cuanto a oferta turística de nuestro país. Con el enoturismo ocurre exactamente lo mismo.
Elegí el número 15 porque, si bien es esa la cantidad de provincias que actualmente se dedican – en mayor o menor medida – a la producción vitivinícola, no todas tienen al turismo enológico entre sus opciones, pero claramente podrían hacerlo.
Un punto importante para argumentar esta elección es la diversidad de posturas respecto a este tema, por no decir falta de organización y estructura respecto a la modalidad turística en cuestión. Pero esto lo dejaremos para otro encuentro.
A grandes rasgos, podemos clasificar a estas 15 provincias en 3 grandes regiones –enoturísticamente hablando – desde el punto más septentrional hasta el extremo meridional comenzando por Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca, integrando la región norte. Seguido por la región de cuyo, con La Rioja, San Juan y la faraónica Mendoza. La región centro, en la que podríamos incluir a Córdoba, San Luis y Entre Ríos. Y por último, la hermana menor, la región atlántica y patagónica, conformada por: La Pampa (mi querida provincia), Neuquén, Río Negro, Chubut y Buenos Aires.
Si realizamos un breve repaso por la historia del turismo enológico en Argentina, podríamos situar su inicio en la década del ’90, el punto de inflexión donde esta actividad comienza a desarrollarse y no de forma fortuita pero tampoco planificada.
Es justamente en ese momento cuando la vitivinicultura argentina comienza un periodo de modernización para encarar de forma exponencial su inserción en el mercado global, alcanzando en los últimos años, un crecimiento cuántico sin precedentes.
Una de las razones que dio puntapié al desarrollo del escenario actual fue el potencial y la diversidad del terruño argentino para producir vinos de excelente calidad. Otro de los motivos fue el cambio en el comportamiento del consumidor (demanda) apalancado por el uso de internet y un mayor acceso a la información, lo que derivó en un usuario más exigente y ávido de conocimiento. Por último, un factor trascendental: una amplitud en la perspectiva de los bodegueros que viajaban a regiones vitivinícolas internacionales, al observar cómo las bodegas dejaban de ser un espacio de mera producción para convertirse en lugares de encuentro y acercamiento al fascinante mundo del vino.
Cabe mencionar que una variable que tuvo gran incidencia en el despegue del turismo enológico fue la elevada cantidad de inversiones extranjeras que recibió Argentina, posibilitando la modernización de la industria y la instalación de nuevas prácticas.
Pero la historia del enoturismo no fue en línea recta.
De esas 15 provincias, no todas fueron productoras de vino y de turismo enológico siempre. Algunas lo hicieron de forma paulatina y otras de forma más reciente, como es el caso de La Pampa, San Luis, Buenos Aires y Entre Ríos (vale aclarar que las dos últimas, históricamente fueron grandes productoras vitivinícolas).
Un poco en similitud con nuestra historia -en el intento de la conformación del estado nacional-, lograr un plan estratégico federal de enoturismo que incluya a todas las partes no es tarea fácil. Y varias son las razones: un poco de puja por el etnocentrismo de las provincias con perfil unitario y otras apostando por un crecimiento mancomunado.
Otra analogía que se me ocurre, con posibilidad de replicar en nuestro país, es la perspectiva de viejo y nuevo mundo a nivel global. En Argentina tenemos aquellas provincias que conforman el viejo mundo (las que integran las regiones Norte y Cuyo) y las del nuevo mundo (Región central y Atlántico-Patagónica).
Lo que no tenés que dejar de saber, es que hoy contás con un sinfín de enodestinos para conocer el mundo del vino en nuestro país. Sin importar el enoperfil que tengas, el estilo de vino que consumas o el tipo de actividades que te guste realizar, seguramente puedas elegir entre una amplísima diversidad de destinos: tradicionales, frescos, históricos, emergentes, espontáneos, planificados, etc.
Este es el principio de una hermosa aventura, más allá de los límites de la reconocida Mendoza, capital de la vinicultura. Deseo que me acompañes a descubrir todo lo que Argentina tiene para ofrecer en el mundo del vino, dándole oportunidad, desde mi humilde mirada, a una actividad que crece y se expande a lo largo de nuestro país.