Allá por el 2017, se celebró en la ciudad de Mendoza, la 2° conferencia mundial sobre turismo enológico de la OMT (Organización Mundial de Turismo). Este encuentro reunió a los organismos públicos y privados más importantes de los sectores del turismo y la vitivinicultura con las figuras más excelsas en materia de turismo enológico a nivel mundial. Entre ellos, autoridades de turismo, planificadores, bodegas, integrantes de la OMT y la lista sigue.
El escenario perfecto para una joven entusiasta que quiere descubrir todo acerca de este mundo. Y es que aún no termino de creerlo, porque asistí en calidad de estudiante. Recuerdo cuando me enteré del evento: “tengo que asistir como sea, me dije”. Y así fue.
El punto es que mi mayor motivación era la presentación del Plan Nacional de Enoturismo, el cual representaba esa luz de esperanza frente a la deuda pendiente que tenía nuestro país con esta oportunidad. Pero para mí pesar y el de muchos, eso nunca pasó. Argentina volvía a prorrogar el saldo de la deuda.
Como mencionamos en otro artículo, este fenómeno tiene su auge a mediados de los ’90, surgiendo casi de forma espontánea, salvo por parte de algunas bodegas para las cuales el desarrollo de la actividad turística se convertía en un tema de interés, vislumbrándose en la inclusión del turismo en sus planes de modernización.
Seguramente escuchaste hablar de los “Caminos del vino” o de “Argentina: tierra de vinos” (de amor y venganza, analogía ficticia que no viene nada mal para la ocasión). Son algunas de las denominaciones que adoptó el producto turístico en nuestro país. Esta es la punta del ovillo, ahondemos un poco más en el tema.
Iniciando el año 2000, se pone en marcha el Plan de desarrollo del Enoturismo en Argentina liderado por Bodegas de Argentina, trazando las bases o principios del turismo del vino: conjugar la actividad turística y la producción vitivinícola. De forma instintiva se comienzan a diseñar los recorridos en bodegas y a capacitar al personal para recibir las visitas.
A partir del 2004 se arrojan los primeros datos generados por la actividad: 422.896 son los turistas del vino que recibe Argentina, frente a 28.313.662 de turistas que arribaron a nuestro país, lo que representa un 1,49% del total para el enoturismo. Números bastante prometedores para tan incipiente y espontáneo desarrollo.
La faraónica Mendoza a la cabeza, comienza a erigirse como la capital del vino argentino, posicionamiento que alcanzó por sobremanera, no solo a nivel nacional, sino con una gran distinción en el globo, enarbolando la bandera del malbec como cepa insignia. Un dato no menor es que, en 2005, Mendoza se suma a la membresía de Great Wine Capitals (Grandes Capitales del Vino), un organismo que nuclea a las 10 ciudades más importantes del mundo del vino y celebra en forma anual una asamblea, para la cual nuestra provincia estrella ganó la postulación para ser sede en el mes de noviembre de 2021.
Este escenario da lugar a un nuevo proyecto: en el año 2006 surge el Plan de Consolidación para el Enoturismo, nuevamente liderado por Bodegas de Argentina pero, esta vez, con el apoyo financiero del Fondo Multilateral de Inversiones (BID) y el acompañamiento de la Secretaría de Turismo de la Nación, plan que tenía por objeto fomentar la colaboración entre los sectores: bodegas – prestadores turísticos – gobiernos.
Nueve son las provincias que participaron de este plan: Salta, La Rioja, Catamarca, San Juan, Mendoza, Río Negro y Neuquén inicialmente… más tarde se sumaron Córdoba y Tucumán. Estas fueron las provincias que se consideraron para realizar un relevamiento de su oferta mientras, paralelamente, se ponía el ojo en el exterior: analizar cómo funcionaban otras regiones enoturísticas a nivel mundial. A partir de esto surge el nombre de “Caminos del Vino” para englobar la oferta de turismo enológico argentino.
La implementación de este plan, con la respectiva medición de sus datos, fue desde el 2006 al 2013, cuando se realiza el último informe por parte de Bodegas de Argentina. Para ese entonces, Argentina recibió 1.445.754 enoturistas, de los cuales 1.021.489 eligieron Mendoza. A su vez, un dato muy importante es que en ese año (2013) de las 967 bodegas productoras de vino en Argentina, 199 estaban abiertas al turismo, distribuidas en las 9 provincias mencionadas previamente. El ranking de oferta enoturística por provincias, está liderado por Mendoza, concentrando el 63% de la oferta (125 bodegas), seguida por Salta y Catamarca.
Luego de sufrir un paréntesis en la medición de datos, la misma se retoma en 2017 dando inicio a una nueva fase de planificación. Se origina el Plan Operativo de Turismo del Vino: “Argentina tierra de vinos”. Si bien hubo un lapsus en la planificación estratégica, la realidad es que cada región siguió trabajando por su cuenta para desarrollar el enoturismo.
Esta nueva marca, buscará posicionar aún más a la Argentina en el mercado internacional, con una fuerte promoción por parte del INPROTUR (Instituto Nacional de Promoción Turística).
Lo cierto es que los datos arrojados por el Observatorio de Enoturismo indican que, en el año 2017 se recibieron 1.647.081 enoturistas, concentrando una vez más la demanda del 74% en la región Centro-Oeste (Mendoza, San Juan y Neuquén), el 17% a las provincias del Norte (Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja y Catamarca) y el 9% a las provincias de las nueva región vitivinícola (Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Río Negro y Chubut).
Respecto a los datos de las bodegas que se encuentran abiertas al turismo, de 199 en 2013 se llegó a la cifra de 245 bodegas en 2017, sumando además nuevas provincias con la implementación del enoturismo en sus planes, como son: Jujuy, Buenos Aires, Entre Ríos y Chubut.
Hilando más fino en los detalles de la demanda, provincia de Buenos Aires aporta el 39% de las visitas nacionales, Córdoba el 18% y Ciudad de Buenos aires el 15%. En cuanto a los extranjeros, uno de cada tres visitantes proviene de Brasil (31%), sumado a una interesante presencia de turistas de Estados Unidos y Canadá (27%), Francia (7%), Chile (5%) e Inglaterra (5%).
Una prueba fehaciente del crecimiento ininterrumpido del enoturismo es que la oferta se amplía cada vez más, sumando nuevas zonas emergentes: La Pampa y San Luis también apuestan por el turismo enológico.